jueves, 14 de noviembre de 2013

Y algo mas

Sócrates (469 – 399 a.C.) a diferencia de los sofistas no cobraba y era ateniense. Su método de enseñanza era el diálogo y en realidad no creía ser portador del saber, por el contrario hace suya la frase del Oráculo de Delfos, sólo sé que no sé nada. Además no dejó escritos propios y todo lo que nos ha llegado de él ha sido a través de sus discípulos, principalmente Platón.
No le interesaba la naturaleza ya que pensaba que no se podía extraer un conocimiento de ella, tal y como demostraba la diversidad de teorías de los presocráticos.
Este rechazo generalizado al mundo físico, implica al mismo tiempo, el menosprecio por el conocimiento empírico y del propio cuerpo. De esta forma, Sócrates se preocupa por el hombre y la sociedad. Según él, la areté, es decir la virtud, consiste en obtener conocimiento a partir de la propia alma, por lo tanto el saber es virtud.
Sócrates no pretende transmitir contenidos, sino establecer un método para pensar y poder diferenciar entre verdad y falsedad. Explica que el verdadero conocimiento se encuentra en el interior del alma humana, presentes como ideas innatas las cuales aparecen inseparables de la razón. Estas ideas son verdaderas, porque son universales, es decir que todos las tenemos, y necesarias, ya que no admiten crítica al ajustarse a la racionalidad.
Para él, el conocimiento consiste en deshacerse de las ideas adquiridas y convencionales que impone la sociedad para encontrar en el alma, las verdaderas ideas, es decir, pensar por uno mismo. Para conseguir esto, Sócrates crea un método que se lleva a cabo mediante el diálogo.
El primer paso del método socrático es la ironía, que consiste en reconocer la propia ignorancia. En este primer momento, Sócrates hace entrar en contradicción a su interlocutor, haciéndole reconocer que lo que sabe es una mera convención. El segundo paso de este método se llama mayéutica, en este paso se consigue descubrir la verdad, aletheia, mediante el diálogo. Finalmente se llega al paso de la definición, donde se encuentra una verdad universal y necesaria.
Además, Sócrates pensaba que era muy importante la vida en la polis. Para él, nadie podía conseguir la felicidad en otra ciudad que no sea la suya, y a pesar de la convencionalidad de las leyes, creía que era necesario respetarlas y obedecerlas ya que esto conserva el orden. Por otra parte, Sócrates cree que quien conoce el bien, no actuará mal, por eso, la educación es básica y la búsqueda del saber todavía más

Frases



Frases de SOCRATES

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El amigo ha de ser como el dinero, que antes de necesitarlo, se sabe el valor que tiene.
Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta.
Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros.
La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia.
Habla para que yo te conozca.
Las almas ruines sólo se dejan conquistar con presentes.
Cuatro características corresponden al juez: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente.
El orgullo engendra al tirano. El orgullo, cuando inútilmente ha llegado a acumular imprudencias y excesos, remontándose sobre el más alto pináculo, se precipita en un abismo de males, del que no hay posibilidad de salir.
Un hombre desenfrenado no puede inspirar afecto; es insociable y cierra la puerta a la amistad.
Yo sólo sé que no sé nada.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Biografia de socrates


(Atenas, 470 a.C.-id., 399 a.C) Filósofo griego. Fue hijo de una comadrona, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco, emparentado con Arístides el Justo. Pocas cosas se conocen con certeza de la biografía de Sócrates, aparte de que participó como soldado de infantería en las batallas de Samos (440), Potidea (432), Delio (424) y Anfípolis (422). Fue amigo de Aritias y de Alcibíades, al que salvó la vida.
La mayor parte de cuanto se sabe sobre él procede de tres contemporáneos suyos: el historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el filósofo Platón. El primero retrató a Sócrates como un sabio absorbido por la idea de identificar el conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no faltaban algunos rasgos un tanto vulgares. Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras en una comedia, Las nubes (423), donde se le identifica con los demás sofistas y es caricaturizado como engañoso artista del discurso.
Estos dos testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por Platón en sus Diálogos, en los que aparece como figura principal, una imagen que no deja de ser en ocasiones excesivamente idealizada, aun cuando se considera que posiblemente sea la más justa.
Se tiene por cierto que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le dio dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa despectiva ante la actividad del marido y propensa a comportarse de una manera brutal y soez.
En cuanto a su apariencia, siempre se describe a Sócrates como un hombre rechoncho, con un vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del mismo modo que se le atribuye también un aspecto desaliñado. Sócrates se habría dedicado a deambular por las plazas y los mercados de Atenas, donde tomaba a las gentes del común (mercaderes, campesinos o artesanos) como interlocutores para someterlas a largos interrogatorios.
Este comportamiento correspondía, sin embargo, a la esencia de su sistema de enseñanza, la mayéutica, que él comparaba al arte que ejerció su madre: se trataba de llevar a un interlocutor a alumbrar la verdad, a descubrirla por sí mismo como alojada ya en su alma, por medio de un diálogo en el que el filósofo proponía una serie de preguntas y oponía sus reparos a las respuestas recibidas, de modo que al final fuera posible reconocer si las opiniones iniciales de su interlocutor eran una apariencia engañosa o un verdadero conocimiento.
Con su conducta, Sócrates se granjeó enemigos que, en el contexto de inestabilidad en que se hallaba Atenas tras las guerras del Peloponeso, acabaron por considerar que su amistad era peligrosa para aristócratas como sus discípulos Alcibíades o Critias; oficialmente acusado de impiedad y de corromper a la juventud, fue condenado a beber cicuta después de que, en su defensa, hubiera demostrado la inconsistencia de los cargos que se le imputaban. Según relata Platón en la apología que dejó de su maestro, éste pudo haber eludido la condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y morir, pues como ciudadano se sentía obligado a cumplir la ley de la ciudad, aunque en en algún caso, como el suyo, fuera injusta. Peor habría sido la ausencia de ley.

jueves, 31 de octubre de 2013

Biografía de Platon



Platón nació en Atenas, (o en Egina, según otros, siguiendo a Favorino), probablemente el año 428 o el 427 a. c. de familia perteneciente a la aristocracia ateniense, que se reclamaba descendiente de Solón por línea directa. Su verdadero nombre era Aristocles, aunque al parecer fue llamado Platón por la anchura de sus espaldas, según recoge Diógenes Laercio en su "Vida de los filósofos ilustres", anécdota que ha sido puesta en entredicho. Los padres de Platón fueron Aristón y Perictione, que tuvieron otros dos hijos, Adimanto y Glaucón, que aparecerán ambos como interlocutores de Sócrates en la República, y una hija, Potone.

A la muerte de su padre, siendo niño Platón, su madre contrajo nuevas nupcias con Pirilampo, amigo de Pericles, corriendo la educación de Platón a su cargo, por lo que se supone que Platón pudo haber recibido una enseñanza propia de las tradiciones democráticas del régimen de Pericles.

En todo caso,Platón recibió la educación propia de un joven ateniense bien situado, necesaria para dedicarse de lleno a la vida política, como correspondía a alguien de su posición. Según Diógenes Laercio llegó a escribir poemas y tragedias, aunque no podamos asegurarlo. También fue discípulo del heracliteano Cratilo, noticia esta que tampoco parece posible confirmar. La vocación política de Platón está constatada por sus propias declaraciones, en la conocida carta VII; pero su realización se vio frustrada por la participación de dos parientes suyos, Cármides y Crítias, en la tiranía impuesta por Esparta luego de la guerra del Peloponeso, conocida como la de los Treinta Tiranos, y que ejerció una represión violenta y encarnizada contra los lideres de la democracia. Sin embargo, el interés político no le abandonará nunca, y se verá reflejado en una de sus obras cumbre, la República.

Historia de la filosofía

miércoles, 30 de octubre de 2013

La academia: Platon

Sócrates solía enseñar y discutir filosofía en el Ágora o mercado de  Atenas. La fundación de la Academia de Platón, fue una necesidad para tener una sede donde enseñar y contar con una biblioteca ordenada donde pudiese resguardar y clasificar su extensa colección de libros escritos en rollos de papiro. Cerca del año 387 a.C. Platón fundó su propia institución de docencia e investigación al nordeste de la actual Acrópolis, en unos terrenos rumbo a Eleusis. En dicho lugar se encontraba un jardín de olivos y plátanos, y un gimnasio dedicado al antiguo héroe Academo. De este nombre proviene la palabra “Academia”, una escuela que se convertiría en centro de la vida intelectual durante muchos siglos.
La Academia estaba inspirada en las comunidades pitagóricas. El docente fue el mismo Platón, a lo largo de veinte años. Aceptaba mujeres en la Academia, y se dice que enseñaba por las noches. Asombrosamente, toda su obra literaria ha llegado casi intacta hasta nuestros días. En la Academia platónica, se estudiaban el trivium (gramática, retórica y lógica) y el quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música), consideradas materias imprescindibles para formar a hombres dignos para la política.


      Se suelen distinguir cuatro períodos en la Academia:
1.       la Academia Antigua: sigue las doctrinas de Platón pero termina acentuando las ideas pitagóricas y matematizantes que se encuentran en sus últimos escritos;
2.       la Academia Media: exagerando la critica platónica al conocimiento sensible y generalizando dicha crítica a todo tipo de conocimiento acabó defendiendo puntos de vista claramente escépticos;
3.       la Academia Nueva: escepticismo moderado, probabilismo;
4.       la Academia Novísima: dogmatismo moderado y eclecticismo.

     Posiblemente, la época de Platón en la Academia de Atenas supuso un  clima propicio para la creación de sus extraordinarias obras de madurez.  Su filosofía constituye la armónica confluencia de las enseñanzas de Sócrates y los conocimientos provenientes de Pitágoras de Samos; otros maestros presocráticos complementan su modelo. Su filosofía orientada hacia el cultivo de las virtudes y la búsqueda del conocimiento y el bien, ha sido inspiración y lectura obligada del hombre pensante hasta nuestros tiempos. Sus obras maduras tratan de la Inmortalidad del Alma, el Amor, la Belleza, la Atlántida, el Estado y la Justicia. Según Platón el mundo en el que vivimos (mundo sensible) es una copia de otro mundo, el de las Ideas (mundo inteligible), que es la realidad verdadera. Postuló una idea de Dios como el Bien Supremo, abstracto y presente en todas las cosas, no solo Creador. La Academia platónica existió casi un milenio hasta el año 529 d.C. cuando el emperador bizantino Justiniano I ordenó su clausura, por ser considerada pagana. El viajero-historiador Pausanias del s. II d.C., localizó y excavó en Atenas el sitio donde existió la antigua Academia, y descubrió allí la tumba de Platón, hoy desaparecida. Actualmente, los restos de las instalaciones de la antigua Academia forman un conjunto arqueológico situado en el barrio de Kolonos, a media hora del centro de Atenas.

CRONOLOGÍA DE LOS DIÁLOGOS DE PLATON: 




Época de la juventud
(393/389 a.c.)
Apología
Criton
Protagoras
Trasimaco
Lisis
Carmides
Eutifron

Época del primer viaje a Sicilia y de la fundación de la academia (388/385 a.c.)
Gorgias
Menon
Eutidemo
Hipias menor
Cratilo
Hipias mayor
Menexeno

Época de madurez (385/370 a.c.)
Fedon
Banquete
República
Fedro



Últimos años (369/347 a.c.)
Parmenides
Teeteto
Sofista
Político
Filebo
Timeo
Critias
Leyes
Epinomis

La idea del amor: Platon

(...) Es más largo de contar, pero, con todo, te lo diré Sócrates. Cuando nació  Afrodita, los dioses celebraron un banquete y, entre otros, estaba también  Poros, el hijo de Metis. Después que terminaron de comer, vino a mendigar  Penía, como era de esperar en una ocasión festiva, y estaba cerca de la  puerta. Mientras, Poros, embriagado de néctar -pues aún no había vino-, entró  en el jardín de Zeus y, entorpecido por la embriaguez, se durmió. Entonces  Penía, maquinando, impulsada por su carencia de recursos, hacerse un hijo de  Poros, se acuesta a su lado y concibió a Eros. Por esta razón, precisamente, es  Eros también acompañante y escudero de Afrodita, al ser engendrado en la  fiesta del nacimiento de la diosa y al ser, a la vez, por naturaleza un amante  de lo bello, dado que también Afrodita es bella. Siendo hijo, pues, de Poros y  Penía, Eros se ha quedado con las siguientes características. En primer lugar,  es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es  más bien duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y  descubierto, se acuesta a la intemperie en las puertas y al borde de los  caminos, compañero siempre inseparable de la indigencia por tener la  naturaleza de su madre. Pero, por otra parte, de acuerdo a la naturaleza de  su padre, está al acecho de lo bello y de lo bueno; es valiente, audaz y activo,  hábil cazador, siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en  recursos, un amante del conocimiento a lo largo de toda su vida, un  formidable mago, hechicero y sofista. No es por naturaleza ni inmortal ni  mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está en la  abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la  naturaleza de su padre. Mas lo que consigue siempre se le escapa, de suerte  que Eros nunca ni está falto de recursos ni es rico, y está, además, en el  medio de la sabiduría y la ignorancia. Pues la cosa es como sigue: ninguno de  los dioses ama la sabiduría ni desea ser sabio, porque ya lo es, como tampoco  ama la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por otro lado, los ignorantes ni  aman la sabiduría ni desean hacerse sabios, pues en esto precisamente es la  ignorancia una cosa molesta: en que no siendo uno ni bello, ni bueno, ni  inteligente pueda parecerle que sí lo es suficientemente. Así, pues, el que no  cree estar necesitado no desea tampoco lo que no cree necesitar.

 - ¿Quiénes son, Diotima, entonces, los que aman la sabiduría, si no son ni los  sabios ni los ignorantes?

- Hasta para un niño es ya evidente que son los que están en medio de estos  dos, entre los cuales estará también Eros. La sabiduría, en efecto, es una de  las cosas más bellas y Eros es amor de lo bello, de modo que Eros es  necesariamente amante de la sabiduría, y por ser amante de la sabiduría está, por tanto, en medio del sabio y del ignorante. Y la causa de esto es también  su nacimiento, ya que es hijo de un padre sabio y rico en recursos y de una  madre no sabía e indigente. Ésta es, pues, querido Sócrates, la naturaleza de  este demon. Pero, en cuanto a lo que tú pensaste que era Eros, no hay nada  sorprendente en ello. Tú creíste, según me parece deducirlo de lo que dices,  que Eros era lo amado y no lo que ama. Por esta razón, me imagino, te  parecía Eros totalmente bello, pues lo que es susceptible de ser amado es  también lo verdaderamente bello, delicado, perfecto y digno de ser tenido  por dichoso, mientras que lo que ama tiene un carácter diferente, tal como yo  lo describí.


Platón, Banquete, 201e-204c

Para saber mas: 

Teoría de la reminiscencia: Platon

--También es así --dijo Cebes tomando la palabra--, de acuerdo con ese otro argumento, Sócrates, si es verdadero, que tú acostumbras a decirnos a menudo, de que el aprender no es realmente otra cosa sino recordar, y según éste es necesario que de algún modo nosotros hayamos aprendido en un tiempo anterior aquello de lo que ahora nos acordamos. Y eso es imposible, a menos que nuestra alma haya existido en algún lugar antes de llegar a existir en esta forma humana. De modo que también por ahí parece que el alma es algo inmortal.
--Pero, Cebes --dijo Simias interrumpiendo--, ¿cuáles son las pruebas de eso? Recuérdamelas. Porque en este momento no me acuerdo demasiado de ellas.
--Se fundan en un argumento espléndido --dijo Cebes--, según el cual al ser interrogados los individuos, si uno los interroga correctamente, ellos declaran todo de acuerdo a lo real. Y, ciertamente, si no se diera en ellos una ciencia existente y un entendimiento correcto, serían incapaces de hacerlo. Luego, si uno los pone frente a los dibujos geométricos o a alguna otra representación similar entonces se demuestra de manera clarísima que así es.  
                                                                                           (Fedón, 72e-78b)


El alma, en este texto, no es ya ese motor de la vida con distintas posibilidades de entender y percibir el mundo, sino un recipiente de la memoria; pero de una memoria que nos viene de una vida anterior a aquella de la que ahora somos conscientes. Platon cree así en la teoría e la reminiscencia y la memoria sustentada en la preexistencia; en un pensar y entender, dese el presente, el pasado, que como memoria modela nuestra manera de estar en el mundo. 

martes, 29 de octubre de 2013

El mito de la caverna: Platon,República, 515

-Después de eso -proseguí - compara nuestra naturaleza respecto de su  educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta.  
Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que  tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde  niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben  permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden  girar en derredor las cabezas. Más arriba y más lejos se halla l luz de un fuego  que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante  del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.
-Me lo imagino.
- Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan  toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en  piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y  otros callan.
-Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
-Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí  mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el  fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?
-Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
-¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro del  tabique?
-Indudablemente.
-Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar  nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?
-Necesariamente.
-Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y  alguno de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿ no piensas que  creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos? - ¡Por Zeus que sí !
- ¿ Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los  objetos artificiales transportados?
- es de toda necesidad.
- Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación  de su ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de  ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y  marchar mirando a la luz y , al hacer todo esto, sufriera y a causa del  encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había  visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había  visto antes eran fruslerías y que ahora en cambio, está más próximo a lo real,  vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara  cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a  contestar preguntas sobre lo que son, ¿ no piensas que se sentiría en  dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más  verdaderas que las que se le muestran ahora?
- Mucho más verdaderas.
- Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría  de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar  que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?
- Así es.
- Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin  soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por  ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le  impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los  verdaderos ?
- Por cierto, al menos inmediatamente.
- Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En  primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de  los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y  los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el  cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que,  durante el día, el sol y la luz del sol.
-Sin duda. - Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en  otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en  su propio ámbito.
-Necesariamente.
-Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las  estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún  modo es causa de las cosas que ellos habían visto.
- Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.
- Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y  de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz  del cambio y que los compadecería?
- Por cierto.
-Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las  recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los  objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de  cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de  ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría  deseoso de todo eso y que envidiaría a los más estaría deseoso de todo eso y  que envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿ O más bien  no le pasaría como al Aquiles de Homero, y "preferiría ser un labrador que  fuera siervo de un hombre pobre" o soportar cualquier otra cosa, antes que  volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida ?
- Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella  vida.
- Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
- Sin duda.
- Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua  competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas,  y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se  acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿ no se expondría al ridículo y a que  se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los  ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran  tenerlo en sus manos y matarlo?
- Seguramente.
- Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que  anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio  de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que ha en ella con el poder  del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de  arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en  cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto  es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro  de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez  percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas,  que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el  ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que  es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado  como en lo público.
- Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.
- Mira también si lo compartes en esto: no hay que asombrarse de que quienes  han llegado allí no estén dispuestos a ocuparse de los asuntos humanos, sino  que sus almas aspiran a pasar el tiempo arriba; lo cual es natural, si la alegoría  descrita es correcta también en esto.
- Muy natural.
- Tampoco sería extraño que, de contemplar las cosas divinas, pasara a las  humanas, se comportase desmesuradamente y quedara en ridículo por ver de  modo confuso y, no acostumbrado aún en forma suficiente a las tinieblas  circundantes, se viera forzado, en los tribunales o en cualquier otra parte, a  disputar sobre sombras de justicia o sobre las figurillas de las cuales hay  sombras, y a reñir sobre esto del modo en que esto es discutido por quienes  jamás han visto la justicia en sí.
-De ninguna manera sería extraño.

- Pero si alguien tiene sentido común , recuerda que los ojos pueden ver  confusamente por dos tipos de perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la  tiniebla, y otro de la tiniebla a la luz; y al considerar que esto es lo que le  sucede al alma, en lugar de reírse irracionalmente cuando la ve perturbada e incapacitada de mirar algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es: si es  que al salir de una vida luminosa ve confusamente por falta de hábito, o si,  viniendo de una mayor ignorancia hacia lo más luminoso, es obnubilada por el  resplandor .Así, en un caso se felicitará de lo que le sucede y de la vida a que  accede; mientras en el otro se apiadará, y si se quiere reír de ella, su risa será  menos absurda que si se descarga sobre el alma que desciende de la luz.