martes, 29 de octubre de 2013

El mito de la caverna: Platon,República, 515

-Después de eso -proseguí - compara nuestra naturaleza respecto de su  educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta.  
Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que  tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde  niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben  permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden  girar en derredor las cabezas. Más arriba y más lejos se halla l luz de un fuego  que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante  del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.
-Me lo imagino.
- Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan  toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en  piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y  otros callan.
-Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
-Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí  mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el  fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?
-Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
-¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro del  tabique?
-Indudablemente.
-Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar  nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?
-Necesariamente.
-Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y  alguno de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿ no piensas que  creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos? - ¡Por Zeus que sí !
- ¿ Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los  objetos artificiales transportados?
- es de toda necesidad.
- Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación  de su ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de  ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y  marchar mirando a la luz y , al hacer todo esto, sufriera y a causa del  encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había  visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había  visto antes eran fruslerías y que ahora en cambio, está más próximo a lo real,  vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara  cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a  contestar preguntas sobre lo que son, ¿ no piensas que se sentiría en  dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más  verdaderas que las que se le muestran ahora?
- Mucho más verdaderas.
- Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría  de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar  que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?
- Así es.
- Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin  soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por  ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le  impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los  verdaderos ?
- Por cierto, al menos inmediatamente.
- Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En  primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de  los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y  los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el  cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que,  durante el día, el sol y la luz del sol.
-Sin duda. - Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en  otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en  su propio ámbito.
-Necesariamente.
-Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las  estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún  modo es causa de las cosas que ellos habían visto.
- Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.
- Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y  de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz  del cambio y que los compadecería?
- Por cierto.
-Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las  recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los  objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de  cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de  ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría  deseoso de todo eso y que envidiaría a los más estaría deseoso de todo eso y  que envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿ O más bien  no le pasaría como al Aquiles de Homero, y "preferiría ser un labrador que  fuera siervo de un hombre pobre" o soportar cualquier otra cosa, antes que  volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida ?
- Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella  vida.
- Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
- Sin duda.
- Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua  competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas,  y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se  acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿ no se expondría al ridículo y a que  se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los  ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran  tenerlo en sus manos y matarlo?
- Seguramente.
- Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que  anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio  de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que ha en ella con el poder  del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de  arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en  cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto  es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro  de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez  percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas,  que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el  ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que  es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado  como en lo público.
- Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.
- Mira también si lo compartes en esto: no hay que asombrarse de que quienes  han llegado allí no estén dispuestos a ocuparse de los asuntos humanos, sino  que sus almas aspiran a pasar el tiempo arriba; lo cual es natural, si la alegoría  descrita es correcta también en esto.
- Muy natural.
- Tampoco sería extraño que, de contemplar las cosas divinas, pasara a las  humanas, se comportase desmesuradamente y quedara en ridículo por ver de  modo confuso y, no acostumbrado aún en forma suficiente a las tinieblas  circundantes, se viera forzado, en los tribunales o en cualquier otra parte, a  disputar sobre sombras de justicia o sobre las figurillas de las cuales hay  sombras, y a reñir sobre esto del modo en que esto es discutido por quienes  jamás han visto la justicia en sí.
-De ninguna manera sería extraño.

- Pero si alguien tiene sentido común , recuerda que los ojos pueden ver  confusamente por dos tipos de perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la  tiniebla, y otro de la tiniebla a la luz; y al considerar que esto es lo que le  sucede al alma, en lugar de reírse irracionalmente cuando la ve perturbada e incapacitada de mirar algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es: si es  que al salir de una vida luminosa ve confusamente por falta de hábito, o si,  viniendo de una mayor ignorancia hacia lo más luminoso, es obnubilada por el  resplandor .Así, en un caso se felicitará de lo que le sucede y de la vida a que  accede; mientras en el otro se apiadará, y si se quiere reír de ella, su risa será  menos absurda que si se descarga sobre el alma que desciende de la luz.

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