miércoles, 30 de octubre de 2013

La idea del amor: Platon

(...) Es más largo de contar, pero, con todo, te lo diré Sócrates. Cuando nació  Afrodita, los dioses celebraron un banquete y, entre otros, estaba también  Poros, el hijo de Metis. Después que terminaron de comer, vino a mendigar  Penía, como era de esperar en una ocasión festiva, y estaba cerca de la  puerta. Mientras, Poros, embriagado de néctar -pues aún no había vino-, entró  en el jardín de Zeus y, entorpecido por la embriaguez, se durmió. Entonces  Penía, maquinando, impulsada por su carencia de recursos, hacerse un hijo de  Poros, se acuesta a su lado y concibió a Eros. Por esta razón, precisamente, es  Eros también acompañante y escudero de Afrodita, al ser engendrado en la  fiesta del nacimiento de la diosa y al ser, a la vez, por naturaleza un amante  de lo bello, dado que también Afrodita es bella. Siendo hijo, pues, de Poros y  Penía, Eros se ha quedado con las siguientes características. En primer lugar,  es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es  más bien duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y  descubierto, se acuesta a la intemperie en las puertas y al borde de los  caminos, compañero siempre inseparable de la indigencia por tener la  naturaleza de su madre. Pero, por otra parte, de acuerdo a la naturaleza de  su padre, está al acecho de lo bello y de lo bueno; es valiente, audaz y activo,  hábil cazador, siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en  recursos, un amante del conocimiento a lo largo de toda su vida, un  formidable mago, hechicero y sofista. No es por naturaleza ni inmortal ni  mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está en la  abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la  naturaleza de su padre. Mas lo que consigue siempre se le escapa, de suerte  que Eros nunca ni está falto de recursos ni es rico, y está, además, en el  medio de la sabiduría y la ignorancia. Pues la cosa es como sigue: ninguno de  los dioses ama la sabiduría ni desea ser sabio, porque ya lo es, como tampoco  ama la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por otro lado, los ignorantes ni  aman la sabiduría ni desean hacerse sabios, pues en esto precisamente es la  ignorancia una cosa molesta: en que no siendo uno ni bello, ni bueno, ni  inteligente pueda parecerle que sí lo es suficientemente. Así, pues, el que no  cree estar necesitado no desea tampoco lo que no cree necesitar.

 - ¿Quiénes son, Diotima, entonces, los que aman la sabiduría, si no son ni los  sabios ni los ignorantes?

- Hasta para un niño es ya evidente que son los que están en medio de estos  dos, entre los cuales estará también Eros. La sabiduría, en efecto, es una de  las cosas más bellas y Eros es amor de lo bello, de modo que Eros es  necesariamente amante de la sabiduría, y por ser amante de la sabiduría está, por tanto, en medio del sabio y del ignorante. Y la causa de esto es también  su nacimiento, ya que es hijo de un padre sabio y rico en recursos y de una  madre no sabía e indigente. Ésta es, pues, querido Sócrates, la naturaleza de  este demon. Pero, en cuanto a lo que tú pensaste que era Eros, no hay nada  sorprendente en ello. Tú creíste, según me parece deducirlo de lo que dices,  que Eros era lo amado y no lo que ama. Por esta razón, me imagino, te  parecía Eros totalmente bello, pues lo que es susceptible de ser amado es  también lo verdaderamente bello, delicado, perfecto y digno de ser tenido  por dichoso, mientras que lo que ama tiene un carácter diferente, tal como yo  lo describí.


Platón, Banquete, 201e-204c

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